lunes, marzo 05, 2007

Transporte urbano en Acapulco

Unidades con más de 50 años de uso, contaminan diariamente las calles de Acapulco. Discotecas ambulantes que a la vez son autos de fórmula uno con pilotos de entre 17 y 23 años de edad. El lugar donde los ayudantes del chofer, mejor conocidos como "chalanes" se dedican a faltarles al respeto a los usuarios, en especial a las mujeres. Todo esto forma parte de un típico camión urbano en el puerto de Acapulco.

¿Es ese un trato y un servicio justo para la ciudadanía acapulqueña?

Sin lugar a dudas uno de los principales problemas que sufre la ciudadanía acapulqueña que utiliza los servicios de transporte urbano, es la mala atención que brindan los chóferes, así como el mal estado en el que se encuentran las unidades urbanas; asientos rotos, ventanillas estrelladas, llenos de graffiti. A esto agreguémosle la densa capa de humo que expiden estas unidades.

Muchas de la unidades existentes en el puerto están en condiciones denigrantes, sin embargo hay unidades que se encuentran en peores condiciones, como son las de las rutas progreso, florida, primero de mayo, Infonavit, Fovissste. Sólo por mencionar algunas.

Las deficiencias son muchas. Entre ellas podemos mencionar la música que estremece a la unidad completa y que los pasajeros consideran ruido insoportable que los obliga a escuchar letras obscenas. Además, de aquí se origina otro problema, el ruido no le permite escuchar a los chóferes cuando los pasajeros tocan el timbre para bajar. Haciendo la observación que no todas las unidades tienen timbre y que el pasajero tiene chiflar o gritar.

Algunos de los conductores de estas unidades incluso son menores de edad, no cuentan con licencia de manejo, no trabajan uniformados y tampoco puede saberse quién es el conductor, ya que en el transcurso del camino se van pasando el volante. Un momento maneja el que supuestamente es el conductor, otro momento maneja el chalán y en otro el amigo del chalán.

Y hablando de chalanes, cada unidad lleva tres o cuatro de ellos, supuestamente el trabajo que deben realizar es “jalar” a las personas para que se suban al camión. Algunos también se dedican a cobrar el pasaje.


Aunque en realidad estos jóvenes se dedican a ser groseros con los pasajeros, en especial con las mujeres. Primero que nada les dicen lo que ellos llaman piropos, pero que no son más que una sarta de groserías hacia las féminas. Cuando van solas comienzan a molestarlas, invitándolas a salir, incluso se sientan con ellas y las rodean entre todos. Les faltan al respeto física y verbalmente.

Adriana Méndez, estudiante de sociología en el turno vespertino expresó, que ha sido victima más de un ves de ofensas verbales tanto de los chalanes como de los mismos conductores. Así como de miradas que le causan temor, “me da miedo subirme en un camión en el cual sólo viene el chofer y sus chalanes, puedes esperar cualquier majadería de su parte”.

Otro acto comúnmente realizado por los chalanes, es enfrentarse contra los chalanes de otras unidades en pleno recorrido, es decir empiezan a insultarse de camión a camión, obviamente con palabras altisonantes que no les importa expresar habiendo niños y personas ya mayores. Incluso se agreden físicamente con palos y piedras, sin importar que puedan lastimar a los pasajeros.

Y si los chalanes no son los que arman el problema son las novias de los mismos quienes arman los conflictos. Se ponen a pelear en las unidades en presencia de todos por el amor de los chalanes.

El cambio que deben darte al pagar el pasaje es otro de los problemas en estas unidades. El costo del pasaje es de cuatro pesos con 50 centavos y cuando el pasajero paga con una moneda de cinco, diez o con algún billete, generalmente te regresan el cambio, pero te cobran los cinco pesos de pasaje, porque alegan no tener cambio, o, sino simplemente te dicen ahorita te doy los cincuenta. Esto lo hacen con la intención de que al pasajero se le olvide y al momento de bajarse ya no pida su cambio.

De cincuenta centavos en cincuenta centavos que no devuelven, juntan lo suficiente como para sacar lo de la cuenta que tienen que entregar y mas.

La señora Adela Díaz Román, usuaria del transporte dijo que siempre que toma un camión ya sabe que le cobraran cinco pesos. Comentó que ha llegado hasta insultar a los chóferes, pero que no sirve de nada, ya que sólo se ríen o simplemente ignoran sus palabras.
“uno no puede decirles ni reclamarles nada, porque se enojan más ellos que uno como usuario”.

Muchas personas han sufrido accidentes a consecuencia de utilizar este tipo de servicio ya que debido al exceso de velocidad con el cual transitan, frenan de repente y ocasionan que las personas que van paradas se caigan, sufriendo fuertes golpes, incluso fracturas graves a consecuencia de los mismos.

Mujeres, niños, y adultos mayores son quienes más sufren este tipo de accidentes que son provocados a causa de la imprudencia de los inexpertos y jóvenes conductores.
Es tanta la velocidad que estas unidades llevan que hasta las personas que viajan sentadas han sufrido las consecuencias, se descalabran con los respaldos de los asientos, se desnucan o tropiezan con las escobas que acostumbran traer bajo los asientos.

Madres con sus hijos en brazos han caído, llevándose fuertes lesiones, todo esto a consecuencia de las imprudencias de los "conductores".

Tal es el caso de la Señora Sonsire Hernández, que ha sufrido las consecuencias, y mencionó: “es un servicio de lo más deficiente no se puede viajar con seguridad, porque manejan como animales y no tienen respeto hacia las personas mayores” afirmó. “Esos chamacos que manejan los camiones son unos groseros y pelados, porque no respetan a ninguno además he tenido muchos accidentes por subirme en esos camiones, en una ocasión me caí porque tropecé con un cepillo que traían bajo el asiento, yo no lo ví y me caí desde uno de los últimos asientos hasta donde está el chofer, yo llevaba mi niña de dos años cargando, que también se lastimó mucho por el golpe” aseguró. “Yo considero que debería cambiarse a toda esa clase de chóferes que en realidad son unos chamacos y poner a personas un poco más grandes, que tengan responsabilidad y que sepan cuidar la vida de las personas”, afirmó Sonsire usuaria de este transporte.

Y dando una opinión totalmente contraria a la de la pasajera; Fernando Rosas chofer de una unidad, dice que el servicio que se brinda no es malo, si no al contrario que es bueno, sólo que la gente es muy exigente y quieren que los traten como reyes, afirmó.

“Quieren que uno se pare en el lugar que ellos quieren, exigen paradas a cada ratito y la música les molesta y eso a nosotros nos sirve para atraer a los chamacos de las secundarias”, mencionó.

Estas son las condiciones que caracterizan el trasnporte del puerto más bello del mundo. Y que poco a poco fenomenos como el que aquí se menciona, van denigrando la imagen de este centro turístico, tanto para los visitantes extranjeros, nacionales e incluso para sus mismos habitantes.

Claramente se pude ver una deficiente aplicación de la ley, así como una carente capacitación en los ajentes de tránsito que tienen la obligación de moderar las acciones de los malos conductores. Pero aquí no es el caso, con tan sólo 10 pesos se es libre de conducir con una velocidad inmoderada, obstaculizar la circualación veicular, pararse donde no deberia, hacer de las avenidas pistas de carrera y usted, por todo esto tan solo paga cuatro pesos con 50 centavos, ha y el riesgo de sufrir un accidente no le cuesta.

¿Hasta cuando seguiran ofreciendo este servicio? Eso depende de las quejas y demandas que usted como ciudadano haga saber a las autoridades competetes.

¡Súbale súbale vacacional, retorno!. ¡Vacacional, retorno!”. “¡Caleta vamonos, caleta!”.

¿Y usted, se va?
*Foto-reportaje realizado por: BAÑOS SALMERON DANIEL,CASTRO SANCHEZ GITZEL, CERVANTES ESPINAL FRANCISCO,OLMEDO SALINAS ANA KAREN alumnos de la FCRP de la UAA

"LOS NIÑOS DE LA CALLE"






Hoy una gran parte de la infancia del mundo sigue sin ver cubiertas sus necesidades básicas y según la UNICEF se eleva a cien millones el número de menores que han sido privados de su derecho más elemental: el de ser, simplemente, niños".
Los niños de la calle, como se les llama, son la cara sin rostro de cien millones de habitantes que se educan en el entorno callejero. Hay quienes vuelven cada noche a dormir a sus casas y quienes lo hacen al amparo de una parada de autobús, un portal o en el patio de una tienda. La calle es su forma de vida, no conocen otra.
La situación social y económica de sus familias les empuja a un abandono afectivo y físico, que acaba entre cartones y contenedores de basura. Si al fracaso familiar, se le suma el escolar tenemos que nada hay ya que merezca la atención del pequeño, que se lanza a descubrir el universo que es la calle.
Existen niños que desembocan en esa vida precedidos por malos tratos, abandono, abuso sexual o consumo de alcohol o droga por parte de los padres.

“Un día no pude más y me fui de casa. Lo primero que hice fue buscarme un grupo, unirme a otros niños como yo. Así es más fácil vivir."
Así nos relata su infancia un niño de la calle, a quien le protegemos la identidad.

“Mi papá y mi mamá consume... Nos declararon en abandono a mí y a mis hermanos...”; “Él me dijo que no tenía más entrada a la casa porque si lo hacía me quebraban, me mataban... no quiero estar en la calle...”; “Mi mamá y mi padrastro tienen problemas de alcoholismo...” Estos son más testimonios de menores que nos confirman y enfatizan sobre el origen de su desventura en las calles.

La diferencia entre “niños de la calle” y niños en la calle”.
Se considera al “niño en la calle” a aquel que no ha roto todavía completamente su relación con la familia y sin embargo realiza el trabajo en las calles y se pasa el mayor tiempo ahí. Mientras que los “niños de la calle” son aquellos que han hecho de los puentes, de las coladeras y terrenos su espacio para vivir. Se hallan privados de afecto y se refugian en el anonimato que les ofrece la calle. Mendigan, roban, venden, hacen trabajos menores o se prostituyen.
Estos niños privados de su infancia son los habitantes de un submundo llamado "la calle", donde no existe más ley que la supervivencia ni más Dios que uno mismo, aunque sea entre la miseria.
“24 horas al día para sobrevivir sin dinero es un riesgo seguro para un niño o para un adulto. Para un menor las tentaciones son claras: desde la sustracción económica hasta la prostitución” comentó Maria Teresa Gómez Patiño, socióloga.
En comparación con otras ciudades del país el porcentaje de niños guerrerenses de y en la calle es muy alto debido principalmente a que es un estado con mucha movilidad de turistas y con una infinidad de oferta de diversión que hace que los menores busquen trabajo o brinden “algún servicio”.
Niñas que piden dinero para comer
En información proporcionada por Adulam Asociación (lugar de refugio); la mayoría de los niños que habitan en la calle, son estudiantes de secundaria o bien niños y niñas de la calle.


Las niñas son explotadas por su familia, por sus amantes o por sus padrotes. Hay también un grupo de niñas de entre 15 y 18 años que trabajan para empresas que organizan fiestas privadas, por lo general en zonas residenciales como Las Brisas, quienes obtienen ingresos superiores a los dos mil pesos la noche.
"Trabajar sobre la causa del problema requiere una labor más fuerte, pero si se trabaja con la familia se va logrando una recuperación familiar..." comentó Gómez Patiño.
Frente a la Plaza Cuauhtémoc se ven cuatro niñas pedir dinero a los conductores que esperan la señal del semáforo, poniendo caritas de tristeza y diciendo “regálame un peso”. La mayoría de las y los menores ganan entre 50 y 200 pesos por un servicio sexual, pero quienes son video grabados o fotografiados para el negocio de la pornografía infantil, pueden ganar hasta 600 pesos.
La información anterior fue proporcionada por Adulam Asociación encargada de ayudar a los niños de la calle.
Este grave problema requiere del concurso de las autoridades locales y de la sociedad, pero sobre todo de hacer efectivas las leyes y ponderar los derechos humanos de las y los niños, que han sido ignorados en esta sociedad.
Expertos en el tema de la niñez consideran que los niños y niñas de la calle son un problema que se agrava y los programas de atención no pasan de ser solo buenas intenciones. Desde hace muchos años se anuncian acciones para esta población desvalida, pero los resultados indican que se habla mucho y se hace poco.
El fenómeno de los niños de la calle es fruto del imparable crecimiento urbano, la pobreza y la falta de alternativas.
Hoy en día hemos construido una sociedad en la cual los niños y los ancianos molestan, fastidian, entorpecen el absurdo correr cotidiano hacia ninguna parte.Los niños necesitan tiempo, dedicación, paciencia y mucho amor.
Es como plantar una semilla y cuidar de ella hasta que se convierta en un árbol y dé sus frutos. Pero las cualidades necesarias para cuidar y educar a los niños son precisamente las que esta sociedad, construida sobre las prisas y el egoísmo, se encargó de destruir.
Cien millones de niños viviendo la aventura diaria de sobrevivir a la crudeza de la calle y, en muchos casos, a la persecución despiadada de los mayores, son demasiados niños como para que podamos dormir tranquilos.

Es una cifra que resulta increíble, inimaginable.
Pero, lamentablemente, es verdad. Y constituye, por otra parte, la nota que define a esta humanidad que es capaz de gastarse miles de millones en armas para autodestruirse y que es incapaz de preparar a las nuevas generaciones para que construyan un mundo mejor.

El hombre, desde su ignorancia, no comprende que está afectando su futuro, porque está destruyendo la pureza, la ilusión, la imaginación, la sencillez, todo aquello que define al niño y que tanta riqueza aporta al mundo de los mayores.
*FOTO-REPORTAJE REALIZADO POR ALUMNOS DE LA FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y RELACIONES PÚBLICAS DE LA UAA